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  • José Cevasco

DON CARLOS TAFUR Y MI PRIMER DÍA DE TRABAJO EN EL CONGRESO.

Mis labores en el parlamento se iniciaron un tres de agosto de 1980; esa mañana don Lizardo Ugarte del Pino, tomó el teléfono y al otro lado de la línea alguien le contestó y dijo: “hola Carlitos, te tengo una sorpresa, el hijo de nuestro amigo Julio Cevasco trabajará contigo a partir de hoy ” cuál sería la reacción del señor Carlos que don Lizardo replicó “ no se…es lo que él quiere, a ver si tu lo convences porque yo no puedo”. Y es que antes que don Lizardo haga la llamada telefónica en mi deseo de tener un trabajo, le dije al Oficial Mayor del Senado “doctor yo puedo limpiar los baños” ¿cómo? me respondió extrañado, y le dije “yo puedo limpiar baños a los diecisiete pero no a los treinta y siete” y sentado en su silla me dijo con la mano en el mentón ; “¿estás loco Cevasquito, eres estudiante universitario, hijo de mi gran amigo Julio, te he cargado de chiquito y me dices que quieres limpiar los baños? y le respondí; “Si doctor, ahora que soy estudiante puedo hacerlo, porque cuando sea mayor de edad ya tendré mi familia y habré terminado mi carrera y es más, si usted me da el trabajo le prometo traerle mis notas de la universidad y si ve que tengo algún jalado me bota del trabajo”.

Luego de mi diálogo con el Oficial Mayor y de la llamada telefónica que hizo, llamó al señor Jorge Quiroz, conserje de la Oficialía Mayor y le comentó de mi decisión y le pidió que por favor me acompañe hasta la oficina de don Carlos Tafur; en el trayecto don Jorge me dijo; “vas a trabajar de conserje, ¿sabes lo que eso significa? ¿por qué no le dijiste al Doctor Ugarte para que trabajes en otro lado, además el era muy amigo de tu papá? yo lo miré y le dije “yo le pedí eso porque necesito trabajar para pagar mi universidad y creo que es la manera mas sencilla de tener un puesto de trabajo, además no me da vergüenza ser trabajador de limpieza” bueno me dijo “eres bien valiente”. En eso llegamos a mi destino, saludó a don Carlos Tafur y le dijo “ aquí te traigo de parte del Dr. Ugarte a “Cevasquito” y el señor Quiroz se retiró; don Jorge Quiroz era un señor de mediana estatura, usaba lentes y tenía bigote, vestía siempre de terno azul marino que era el uniforme de los ujieres y además tenía un quepí , tipo de los que usaban los conserjes de los hoteles, con una “S” dorada de Senado en el centro del sombrero. A él lo veía todas las mañanas, en invierno o verano, en camiseta color blanco de mangas cortas y pantalón de faena color kaki, ya que al entrar temprano estaba limpiando la Oficialía Mayor. Recuerdo además que, cuando yo entraba al Senado para iniciar mis labores, iba a buscarlo para que me haga el nudo de la corbata porque yo no sabía hacerlo “hay Cevasquito me tienes como un cojudo todos los días haciendo esto, cuándo aprenderás” me decía sonriendo, para eso se ocultaba detrás de la mampara que dividía los pasos perdidos con el pasadizo de ingreso al Senado; se ponía mi única corbata que tenía, le hacía el nudo y me la entregaba para ponérmela.


Don Carlos me dijo “bienvenido, ¿cuál es tu nombre?” “José” le respondí y me dijo; “te diré pepito”, pero al poco tiempo me empezó a llamar “Cevasquito” y con el diminutivo de mi apellido los trabajadores me llamaron así por muchos años. Don Carlos Tafur era el jefe del Personal del Servicio, era una persona ya de edad avanzada, blanco de tez y de cabello, usaba tirantes y caminaba mirando al piso; me llamó la atención que en el cinturón del pantalón y a cada lado, llevaba dos manojos de llaves. Su oficina estaba situada debajo de la escalera de mármol que une el primer y el segundo piso de la Cámara, y al lado de una puerta que conducía al sótano, donde estaban ubicados la cocina y el comedor de los empleados. El comedor de los Senadores quedaba en el primer piso sobre el comedor de los empleados.

Su oficina era muy pequeña, cabía sólo un escritorio y una silla, y en las paredes estaban unos estantes con llaves que pertenecían a las dependencias de las cuales era jefe; don Carlos era jefe de los pintores, electricistas, cerrajeros y de todo el personal de servicio, a los que se le incluía el personal de ujieres. También estaba a su cargo la distribución de la correspondencia del Senado, que incluían tanto la de los Senadores como la de las dependencias administrativas; las cartas mas importantes, se entregaban con un cargo a las oficinas y las otras no menos importantes se depositaban en las estafetas ubicadas en el pasadizo frente a la oficina de don Carlos.

Lugar donde estaba ubicada la oficina del señor Carlos Tafur Escobar, Jefe de Servicios del Senado. (Archivo Fotográfico del Congreso)

Ese primer día don Carlos me invitó a almorzar, y fuimos al “Che Ratón” - en alusión al famoso Hotel Sheraton - que era el nombre que cariñosamente los trabajadores de servicios del Congreso le habían denominado a un puesto de comida en el mercado “San Idelfonso” ubicado casi entre el cruce de los jirones Andahuaylas y Amazonas. Al mercado confluían casi todos los conserjes y trabajadores del servicio, tanto del Senado como de la Cámara de Diputados; lo que más recuerdo era el plato de arroz con frijoles con su seco de pollo; en esos años el culantro no me caía mal como ahora por una afección que tengo en el páncreas.


En el almuerzo conocí a “Ramitos” cuyo nombre era Alejandro Ramos, conserje como yo; él era de tez morena, pequeño de estatura y de voz delgada. Era algo así como mi “ángel guardián” ya que cuando menos me lo esperaba estaba cerca de mi y tenía la costumbre de tocar mi hombro con un dedo cuando estaba de espaldas y me decía “hola Cevasquito como estás, ¿todo bien?” El me aconsejaba todo el tiempo y, cuando estábamos parados en los pasadizos, me contaba las historias de los empleados y empleadas que pasaban delante nuestro. Por él supe que las nietas de don Francisco Bolognesi trabajaban en la biblioteca.

De izquierda a derecha Alejandro Ramos, Serafín Ramos, Carlos Tafur Escobar, con chompa negra y corbata, Luis Ruiz, Santiago Cayatopa, Bautista, Cueva, Ángeles, Cotera, Francisco Yaipén, Jiménez, Domínguez, y los hermanos Florentino, brindando por la navidad del año 1981, con los trabajadores de servicios; electricistas, cerrajeros, ujieres, pintores y albañiles. Nótese que están con ropa de faena. La fotografía fue tomada en la carpintería del Senado ubicada en la azotea del Palacio Legislativo. (Fotografía otorgada por Carlos Tafur Galarza, hijo de Carlos Tafur Escobar)

De derecha a izquierda: Luis Arbañil Chapoñan, jefe de Mesa de Partes y Trámite Documentario; Carlos Tafur Escobar, Jefe de Servicios; Lizardo Ugarte del Pino, Oficial Mayor del Senado, Carlos Vidaurre Cox, jefe del Departamento de Contabilidad y Tesorería; señor Medina, Jefe de Transportes, Carlos Armas, Jefe de Protocolo de la Presidencia del Senado y el señor Ramírez, conocido como “Cachito Ramírez” quien realizaba los trámites externos del Senado.(Fotografía otorgada por Carlos Tafur Galarza, hijo de Carlos Tafur Escobar)

Por lo general yo no almorzaba en la calle cuando empecé a trabajar en el Congreso, excepto cuando tenía que ir a clases, porque el tiempo al medio día me era mas que suficiente para ir a mi casa para hacerlo; el horario de trabajo eran los lunes y los viernes de siete de la mañana a una de la tarde que empezaba el refrigerio y luego de cuatro de la tarde hasta las siete de la noche. Los martes, miércoles y jueves la jornada terminaba una hora después que culminaban las sesiones del Senado, pasadas las doce la noche y en muchas ocasiones hasta la madrugada. [1] En esa época las sesiones del Senado y de la Cámara de Diputados se iniciaban a las cinco de la tarde.


Yo vivía en los Barrios Altos, en la llamada Quinta de Ladrillos oficialmente “Quinta de la Virgen de la Candelaria” a unas siete cuadras del local del Congreso; regresaba caminando a la casa para almorzar y también luego de la jornada laboral, pero para ir a trabajar lo hacía tomando la línea de microbuses Nº 10 o también llamados “los moraditos”. La Quinta tenía 70 departamentos; yo vivía en el número 17 que tenía 13 m. de largo por 4 m. de ancho. La distribución era de una pequeña sala comedor, un dormitorio y una cocina a la cual se le había habilitado un baño. En el cuarto estaban dos camas, una para mi madre y otra para mi. Un foco alumbraba la habitación; mi madre gran lectora, leía todas las noches antes de dormir, lo que me obligaba también a mi a hacerlo; quizás por esa razón ya leía a los tres años en que ingresé a “jardín” del Colegio Corazón de Jesús de la Plaza Italia de Lima.

Quinta La Candelaria, donde pasé mi infancia hasta que tuve 35 años (inclusive siendo ya Oficial Mayor del Congreso) En las fotografías se muestran el antes y el después de la ejecución del Programa Mejorando Mi Quinta -año 2016- durante la gestión de don Francis Allison como Ministro de Vivienda. Fotografías tomadas de la Página de Facebook “Candelaria-Barrios Altos”


[1] Creo que es importante hacer notar que, el horario de trabajo en el Congreso no es rígido ni debe serlo; los horarios de trabajo se adecúan a la naturaleza de las instituciones y no al revés. ¿Si la política es dinámica acaso no deben serlo también las normas que la rigen? Por esa razón, hay tantos horarios como subsistemas de trabajo existen el parlamento.

La primera conversación con don Carlos Tafur, regresando de su invitación para almorzar, fue para persuadirme que no trabajara de conserje; “Cevasquito, no puedes trabajar de conserje porque el trabajo es muy duro y tienes que seguir estudiando” “no don Carlos” le dije; “ya le di mi palabra al Dr. Ugarte que sería conserje y debo cumplirla” y el me respondió; “yo le puedo hablar, para que pases a alguna oficina administrativa” pero yo le respondí con el silencio.


Así pasaron los días y él no me dejaba que limpiara ni baños ni oficina alguna. Mi trabajo consistía en repartir y llenar el cuaderno de cargos para la distribución de la documentación e introducir las invitaciones u otros papeles a la estafeta de los Senadores. Por otro lado, tenía bajo mi responsabilidad, la entrega a la oficina de correos, ubicada en la parte posterior del Congreso, la correspondencia oficial de los senadores, ya que el Congreso estaba exonerado del pago de timbres postales para la remisión de las comunicaciones que los senadores y diputados enviaban a todo el país; recuerdo que era un cuaderno largo donde estaba impreso el espacio para llenarlo con el remitente y destinatario y otro espacio para el sello de recepción de la oficina de correos ahora llamada Serpost.

Estafetas de la correspondencia. - Cada Cámara tenía sus estafetas que estaban ubicadas en sus respectivos pasadizos. La de la fotografía corresponde al actual Congreso, ubicadas en un pabellón al final del parque José Faustino Sánchez Carrión y frente a la puerta posterior del Palacio Legislativo. (Fuente: Archivo Fotográfico del Congreso)

Luego de realizar mis funciones matutinas y llegado la una de la tarde me iba a la universidad hasta la siete de la noche que regresaba para repartir café y gaseosas a los senadores en la sala de sesiones. Es decir, hacía mis funciones de ujier, la cual incluían los “turnos y guardias”, pero don Carlos no quería que yo haga limpieza como los demás ujieres y eso me hacía sentir muy mal e injusto para con mis compañeros de trabajo. Sin embargo, no puedo dejar de expresar mi agradecimiento a don Carlitos Tafur porque gracias a él conocí un poco mas a mi padre; “ a tu padre le decían <piquito de oro>, era un gran enamorador, le gustaba recitarle poemas a las chicas …” y soltaba carcajadas al contármelo “y muchas veces, continuaba, se cachueleaba escribiendo poemas para las enamoradas de los trabajadores; en una oportunidad, un trabajador le dijo a tu padre <julio, hazme una carta de amor para mi enamorada que se llama Rosa> en ese momento tu padre agarraba una hoja de papel y un lapicero y empezaba a escribir un poema y se lo entregaba a quién se la pidió. Cevasquito era terrible, pero siempre muy caballero”.


Y es que don Carlos, con las historias de mi padre me hizo mucho bien. Sepan que mi padre murió cuando yo tenia doce años y gracias a don Carlitos y a los demás amigos de mi padre que conocí en el Senado, pude tener una imagen de mi padre que complementó la que ya tenía de él.

En una oportunidad don Carlitos, de uno de los manojos de llaves que tenía en su cintura sacó una llave pequeña y abrió un cajón tipo botiquín ubicado en el tabique contiguo a la puerta de su pequeña oficina y extrajo un sobre el cual contenía una carta que, afortunadamente él intersectó antes que llegara a su destinatario. La carta no tenía remitente y estaba dirigida a una empleada de la biblioteca, por lo que le pareció sospechosa; al leerla se trataba de una carta donde una mujer le reclamaba e increpaba a la otra, con palabras soeces y muy descriptivas de los momentos de intimidad seguramente con el propósito de generarle celos, del porqué le había quitado a su pareja. Don Carlos me la mostró, tapando con su mano el nombre de la destinataria y me dijo “ahora que tu recibes la correspondencia debes mirar estos detalles en los sobres, porque aquí entre los empleados hay muchas rivalidades y si esta carta hubiera llegado a su destino no te imaginas lo que hubiera ocasionado”.


Luego de ello él guardó la carta en el bolsillo de su pantalón.

Así era don Carlitos, detallista, amigo con todos y muy respetuoso. Para llegar a tener el cargo que tuvo y ejercerlo durante tantos años, había que tener un don muy especial. Me enseñó a tratar a todos por igual, con respeto y cariño.


José Cevasco

Ex OM. del Congreso de la República

Agradecimientos:

· Carlos Tafur Galarza, hijo de don Carlos Tafur Escobar;

· Archivo Fotográfico del Congreso; y

· Página de Facebook “Candelaria-Barrios Altos”

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